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Director de cine Alejandro Moreno: “El motor de mi trabajo es el lenguaje, la escritura, el barroco, la descripción de los paisajes desérticos"

El dramaturgo y cineasta chileno, creador de Medea, película basada en la tragedia de Eurípides, acaba de regresar de Uruguay, donde realizó una aplaudida muestra de cine en su presencia.

Jueves 21 de noviembre de 2024

Por Mauricio Álamo, encargado de cine de DIRAC

Dos películas del director de cine chileno Alejandro Moreno se presentaron en Uruguay: ópera prima "Medea" (2019) y su último trabajo “Un espectáculo sin show” (2024), cuenta en esta entrevista con DIRAC sobre su relación con el espacio geográfico al que pertenece, la Región de Atacama, sus intereses y forma de trabajar.  

¿Qué despertó en ti, como artista, transitar del teatro al cine?

He escrito teatro durante muchos años y para mi el trabajo de la escritura teatral tiene directa relación con el espacio geográfico al que pertenezco, que es el norte chico de Chile, principalmente de la Región de Atacama, y es en este espacio en donde he podido crear piezas teatrales, películas y otra serie de dispositivos artísticos que tienen que ver con una especie de geopoética ligada a la minería, a la vida relacionada con la minería. Desde ese lugar se ha ido construyendo un trabajo que se va traspasando, porque a veces tiene formato de teatro, otras de película, y, principalmente ese salto, que la gente le llama, de alguna manera ‘del teatro al cine’, no es tal, sino que es, más que nada, un desplazamiento en el mismo territorio para poder visualizar, poner la imagen en movimiento de la propia dramaturgia. Si bien el teatro y el cine son dos formatos distintos, lo que de alguna manera los aúna, en mi propio trabajo, es el especio geográfico. Desde allí nacen los proyectos que yo realizo.

¿Y qué fuentes de inspiración están en la base de su trabajo?

Desde hace un tiempo he estado trabajando con teatros que se encuentran en situación de abandono en la Región de Atacama, que otrora fueron centro neurálgico de la cultura al alero del auge de la vida minera. Es por eso que, por ejemplo, estoy realizando una serie de filmaciones en estos espacios intentando no restaurarlos, sino generando una poética que yo le denomino ‘La actuación del olvido’. Porque son en estos teatros vacíos en donde más pasa el tiempo y esa resistencia de esos lugares a lo arisco, que es el clima de este lugar, vuelve esto más cinematográfico.

Haber realizado la obra Medea tiene justamente que ver con eso, con que yo escribí una obra de teatro, estando en la escuela de teatro, y luego la puse en movimiento, y mi idea era trabajar la fascinación con las minas, con encontrar una mina de oro, con la modificación de toda una estructura al momento de recibir, entre comilla, este ‘golpe de suerte’, y me pareció muy propicio pensarlo en el personaje de Jasón, que también en la tragedia tiene un tinte aspiracional. Y ante esa traición, la reacción de Medea. 

¿Y en relación a tu más reciente película “Un espectáculo sin show”?

Es un proyecto que me apasiona, tiene que ver con que en Copiapó, donde yo nací, sucedió el caso de los 33 mineros. Entonces uno vio cómo vinieron de Hollywood actores muy famosos a trabajar este caso real y yo quise una versión distinta, poética sobre esto, porque, de alguna manera, también es una responsabilidad como artista de la región poder dejar un documento audiovisual de lo que fue y significó ese hecho. Cuando estaban los mineros enterrados creció la economía, los hoteles se llenaron, generó una vida alrededor del campamento donde ellos se encontraban. Entonces, eso me pareció muy interesante de trabajar.

¿Cómo has sentido el recorrido de tu trabajo y qué has ido puliendo del lenguaje del cine en tus tres películas?

Mi trabajo principalmente es la escritura. Yo creo que tanto las películas que realizo, como las obras de teatro son espectáculos de dramaturgia. Es ahí donde está mi interés absoluto. La idea de hacer cineasta es algo que sucede porque uno hace películas, pero no nace de allí el motor de mi trabajo. El motor de mi trabajo claramente es el lenguaje, la escritura, el barroco, la descripción de los paisajes desérticos e intentar darle al mismo desierto en el que vivo un matiz más alegórico, más cómico, más lleno de sentido del humor y que no sea, básicamente, sinónimo de muerte.

Y creo que el cine chileno del norte apuesta por eso. No sólo yo, sino otros/as cineastas. También el norte de Chile tiene una identidad en relación al auge de la vida minera del siglo XIX y XX, ya que existió una corriente artística, principalmente dramaturgos de los teatros, en las salitreras, en los campamentos mineros… Entonces queda toda una historia detenida allí del fenómeno cultural que surgió al alero de estos yacimientos. Es interesante considerar que los yacimientos tienen una vida útil: se encuentra el mineral, se explota, acaba y abandona el yacimiento. Entonces este movimiento que repercute a nivel socieconómico y cultural es un lugar muy inspirador para poder trabajar.