Gonzalo Carrasco, curador del pabellón de Chile en la Bienal de Arquitectura de Venecia 2023: “Es una responsabilidad antes que nada con el país y con todos los que sueñan y crean”
Ecologías en movimiento” es el proyecto que representa a nuestro país en el evento más importantes del mundo en esta disciplina. Carrasco habló con DIRAC desde Italia sobre esta gran propuesta.
Días agitados vive el arquitecto, investigador y académico Gonzalo Carrasco, cuando está a punto de ver la prestigiosa Bienal de Arquitectura de Venecia 2023 abriendo sus puertas a un público que podrá disfrutar de su proyecto “Ecologías en movimiento” –realizado con Beals Lyon Arquitectos– en el pabellón de Chile. Son más de 60 países reunidos en este mega evento internacional bajo el lema “El laboratorio del futuro”.
La propuesta curatorial exhibe 250 esferas con semillas y una investigación en torno a la recuperación y restauración de suelos degradados a través de especies endémicas y nativas del país. Es una instalación envolvente y cautivante, con un mensaje rotundo y una estética que invita a conocer. “Es una responsabilidad antes que nada con el país y con todos los que sueñan y crean”, dice desde Italia Gonzalo Carrasco, en esta entrevista con la División de las Culturas, las Artes, el patrimonio y Diplomacia Pública (DIRAC).
-¿Cuál es la importancia de representar a Chile en uno de los más prestigiosos eventos de arquitectura?
Cuando se es curador por tu propio país en exhibiciones de tanta relevancia como Venecia, se adquiere la convicción de que uno solo se vuelve un medio para que las voces de otras y otros sean escuchados. Creo mucho en la posición de un curador no protagónico, uno que da un paso atrás para visibilizar temas, realidades y perspectivas formuladas desde nuestra propia realidad, pero que pueden hacer sentido al resto del mundo. Es una responsabilidad antes que nada con el país y con todos los que sueñan y crean. En este caso, con toda una generación de arquitectas y arquitectos del paisaje que junto a nuestras especies endémicas colaborar en remediar nuestros ecosistemas dañados, en un trabajo de restauración, rehabilitación y cuidado de la vida.
-¿En qué consiste -qué indaga, examina, explora y/o propone- tu proyecto y de qué manera se identifica y/o responde a la propuesta general de la Bienal de Venecia 2023 titulada "El laboratorio del futuro"?
El proyecto sostiene el argumento de que el futuro ya no es un punto, es decir, un Edén u objetivo donde llegar; como tampoco una línea de progreso o evolución, sino un campo. Un campo hecho de contingencias, experiencias y situaciones. Campo donde especies nativas chilenas en colaboración con arquitectas y arquitectos del paisaje, están imaginando futuros posibles. Futuros de esperanza e interdependencia que hagan posible remediar el desastre que hemos realizado en nuestros ecosistemas producto de nuestro modo de vida extractivista.
-¿Qué crees que hizo posible que “Ecologías en movimiento” fuera seleccionado para representar a Chile y, en tal sentido, cuál será el aporte del nuestro pabellón a la Bienal de Arquitectura 2023?
Uno de los grandes riesgos que se corre al pensar el futuro desde la arquitectura, es repetir los errores del siglo XX, cuando los arquitectos creíamos ser capaces de diseñar el mañana. Hoy, en cambio, la arquitectura debe volver a establecer relaciones con la vida, tanto humana como no humana, con todas aquellas especies sin las cuales el pensar el futuro de la arquitectura y nuestras ciudades será imposible. Creo que la principal fortaleza del proyecto es antes que nada su argumento curatorial y su capacidad de abrir una discusión necesaria al interior de la disciplina acerca de la necesidad de transformar las propias prácticas de la arquitectura. En este caso, volver la mirada hacia un lugar maravilloso como es el Banco de Semillas Intihuasi que mantiene el INIA en Vicuña, en cuyo interior se resguarda el patrimonio genético de Chile, resultó un punto clave a la hora de imaginar posibilidades de otros futuros. Esto dado a que en las semillas almacenadas en su bóveda a -20C se conservan millones de años de adaptación a lo que serán los principales desafíos de la arquitectura y la ciudad bajo un escenario de cambio climático global.
-De qué forma el proyecto dialoga y se articula con las distintas apuestas de la Bienal, donde participan más de 63 propuestas e las más diversas.
Es sorprendente darse cuenta como este año la pregunta ecológica se ha vuelto frecuente en varios de los pabellones nacionales. Esto habla de un cambio urgente que tenemos que hacer en las maneras como pensamos nuestra propia disciplina, como también acerca de la fragilidad de las certezas sobre las cuales se fundaban unas prácticas basadas exclusivamente en el proyecto y la obra. En cambio, el tiempo ecológico es otro, es uno centrado en los procesos y las colaboraciones, en los ensamblajes posibles entre especies a la hora de hacer de la arquitectura un medio para el soporte de la vida. Repensar una transformación de la disciplina desde estos otros ámbitos, parece ser una preocupación global en el cual el pabellón de Chile parece inscrito.
-De qué manera el proyecto conecta con las urgencias del futuro?
Hoy alguien mencionó lo interesante que resulta el pabellón de Chile al abordar otro tipo de colonización como ha sido la de especies que desplazan, transforman y modifican todo un territorio. Nuestro modo de vida basado fundamentalmente en economías extractivistas, una agroindustria intensiva y un crecimiento urbano descontrolado, ha fragmentado ecosistemas, desplazado hábitats y degradado el medioambiente. Por eso, el poder revertir en parte estos procesos desde proyectos que consideren las capacidades de remediación, restauración y rehabilitación de ecosistemas resulta clave. El futuro no será por lo tanto solo construido, sino que también será sembrado y plantado, en unas ecologías en movimiento que nos entreguen algo parecido a la esperanza.
Crédito Fotos: Cristóbal Palma